Antes que todo y primero que nada ¿qué es el adultocentrismo?
En la sociedad operan múltiples estructuras de opresión de manera simultánea, algunas son más visibilizadas que otras, sin embargo, el adultocentrismo es una de las que no se ha hablado lo suficiente. Consiste en la jerarquización de las personas por su edad, posicionando a las infancias en el nivel inferior, subordinadas a quienes se encuentran en el nivel superior; las personas adultas. Ello permite el control y la dominación del primer grupo a manos del segundo.
Esta jerarquización permea el concepto que la sociedad ha construido sobre las infancias, por ejemplo, respecto a sus capacidades cognitivas se cree que son demasiado ‘’limitadas’’ como para comprender el mundo en el que viven, por ende, se asume que tampoco son capaces de tomar decisiones conscientes sobre su propia vida, justificando así la imposición de los deseos de las personas adultas por sobre los deseos de les menores, tomando decisiones de acuerdo a lo que se asume que necesitan, muchas veces sin siquiera consultar sus intereses, opiniones o sentipensares.
¿Cómo impacta en las infancias y en la construcción de su identidad de género?
El adultocentrismo se hace presente en la vida de las infancias, pues desde los primeros momentos de vida -incluso desde la gestación cuando se conocen los genitales- ya hay un montón de expectativas depositadas sobre su vida, así como una idealización de la persona que es y de quién será en el futuro.
Basado en lo anterior se les enseña a integrarse a un mundo que constantemente marca la clara división entre las trayectorias de vida esperadas y deseadas y entre aquellas vidas abyectas e indeseadas. Cuando la infancia cuestiona, disiente o rechaza las normativas impuestas o las dinámicas de organización social, dominación e injusticia en las que se le coerciona a participar o formar parte, lo interpretamos como una falta de respeto, de cordura, de raciocinio y de manera explícita e implícita se les repite o se les deja en claro que por el simple hecho de ser niñes lo que piensan está mal, es tonto o no importa lo suficiente, incluso que sus sentimientos, deseos y proyectos de vida propios no son prioritarios Se subestima su capacidad de agencia, pues ‘’el adultocentrismo anula las experiencias de vida juveniles y de la niñez y las deja relegadas a meras reproductoras del sistema.’’ (Alquimia Intercultural, 2019). Así pues, cuando se anula la validez y legitimidad de los deseos e intereses de les menores, también se anula, de acuerdo a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, no sólo el derecho a la prioridad, sino también el derecho a la participación, a la libertad de convicciones éticas y a la libertad de expresión.
En este sentido, a las infancias se les impone una categoría de sexo binario y con base en ello, una identidad de género acompañada de un rol a seguir el cual debe cumplir los parámetros y las condiciones que les permitan aspirar a ser la mujer con vulva o el hombre con pene que espera la sociedad.
Esto limita la capacidad de la infancia para desarrollarse libremente debido a la cultura machista, pero no sólo eso, sino que la construcción de su identidad también se ve cooptada y restringida. por lo que muchas veces la verdadera identidad de género de la infancia no siempre coincide con aquella que le fue impuesta.
Cuando una infancia desafía a tan corta edad el sistema sexo-género binario tan arraigado en la sociedad resulta desconcertante, suena ridículo, se cree que simplemente está confundide, que no sabe lo que dice. Incluso se llega a interpretar como un problema psicológico, es más, hasta como una patología médica, intentando buscar una explicación médica a esa ‘’desviación’’, una causa biológica, genética o neurológica, que deslinde a la infancia de su capacidad de autodeterminación, y agencia sobre su propia identidad. También existen feministas antiderechos cuyo transodio y adultocentrismo se camuflan en una falsa preocupación por una supuesta agenda queer que pretende ‘’pervertir’’ a las infancias y manipularlas para ‘’odiar sus cuerpos’’ e incluso contribuir a un ilusorio borrado de niñas y mujeres. Sin embargo, todas estas ideas que vienen de personas que no comprenden la realidad de la que hablan, son mero pánico moral, que de acuerdo a la bióloga y filósofa Siobhan Guerrero son ‘’todas las creencias sin fundamento empírico o científico, altamente difundidas, que terminan por generar violencia para los niños y adolescentes LGBTI.’’ (Morales, 2020).