Diagnóstico sobre los impactos y necesidades de niñas, niños y adolescentes que viven la desaparición de su familiar en Jalisco.
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PRESENTACIÓN
La desaparición de una persona vulnera diversos derechos de la persona desaparecida y de sus familiares. Conlleva múltiples consecuencias que impactan de forma diferenciada, trastocando por completo las formas y dinámicas de vida familiar, situación económica, creencias y sueños. En lo particular, los niños, niñas y adolescentes (NNA) viven afectaciones en su salud física y emocional,
mismas que se reflejan en su motivación, desarrollo emocional, trastornos de sueño, cambios de alimentación, rendimiento escolar, conductas autodestructivas o problemas en las relaciones sociales. Con la desaparición de su familiar, su infancia también se desvanece. Aprenden a vivir con dolor y se enfrentan a una constante estigma social y falta de sensibilización en los ámbitos más cercanos como familiar, escolar o comunitario. Esta realidad por años se ha quedado completamente invisibilizada, en la cual parece que sus necesidades, sentires y voces no existieran.
INTRODUCCIÓN
La desaparición de personas constituye un problema social y una grave violación de derechos humanos que ocurre de manera alarmante en México, generando una creciente preocupación a medida que el número de víctimas sigue en constante aumento. Esta problemática no solo afecta a las víctimas directas, sino que tiene un impacto en cascada que erosiona sistemáticamente una multiplicidad de otros
derechos individuales. Las desapariciones no solo violan el derecho fundamental a la vida y a la integridad física y moral de quienes desaparecen, sino que extienden sus efectos a manera de hueco en una red, socavando en muchos otros de sus familiares como víctimas indirectas, quienes además de habituarse a vivir con la angustia que supone una pérdida ambigua, suelen ver vulnerados sus derechos fundamentales a la verdad, a la justicia, y a la reparación integral.
Los efectos negativos de la desaparición como resultado de una violencia sistémica, atraviesan el núcleo familiar y provocan un debilitamiento del tejido social, generan un estado de alerta y sensación de miedo, lo que en conjunto afecta significativamente la calidad de vida de las personas que viven en esta sociedad y supone la desconfianza de la seguridad pública y el Estado de derecho.
La desaparición de personas es una problemática social y política que ha crecido desmesuradamente en México desde la llamada “guerra contra el narcotráfico”, iniciada durante el sexenio de Felipe Calderón. Este acontecimiento marcó un punto de inflexión en la historia de la violencia en el país, desencadenando una escalada abrupta en el número de personas desaparecidas que, desde entonces,
no ha mostrado signos de disminución, gracias a la impunidad, falta de acciones en materia de prevención y el clima de inseguridad que impera a nivel nacional. Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, existen registros de al menos 297,042 personas que han sido reportadas como desaparecidas a nivel nacional, de las cuales 112,013 continúan desaparecidas. Lo anterior significa que poco más del 37% de las personas reportadas como desaparecidas, continúa sin conocerse su paradero. A nivel
local y en el mismo registro, Jalisco concentra el mayor número de personas desaparecidas por estado, con 14,907, lo que lo coloca como la entidad federativa más afectada por esta grave problemática.
El registro nacional, empero, carece actualmente de veracidad y precisión suficientes en sus registros. Estas limitantes se deben a las deficiencias señaladas por el Gobierno del Estado, que apuntan a la posible duplicidad de registros como uno de los factores clave detrás de esta falta de confiabilidad.
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Aquí puedes conocer el informe completo: https://drive.google.com/file/d/1iCPg-58RfKN6IShfjjAAegJflt9AywbQ/view