La magia del caos tiene su costo

por Lu Peláez
23 de mayo, 2024

Partiendo de la definición de caos, como el comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas deterministas, las personas Trans- NB somos ese caos social, que se sale de las reglas establecidas por la cis-norma, seres que actuamos diferente al “deber ser”, representamos lo que esta fuera del “orden establecido”. Ser parte de éste caos, mostrarnos tal cual somos puede ser mágico, desde el entendido que es liberador, pero tiene un costo, el señalamiento social es lo de menos, el costo puede ser tan grande, como costarnos la vida.

La sociedad prefiere vernos sin vida que cambiar

Alguna vez me pregunté qué tiene que pasar, quién tiene que morir o a quién tienen que matar para que la sociedad volteara la mirada hacía las personas NB. Esas preguntas rondaban en mi cabeza sin poder imaginar que tendrían nombres y fecha de respuesta, cuando asesinaron a le Magistrade Ociel Baena y su pareja Dorian Nieves el 13 de noviembre de 2023, en Aguascalientes. Leímos esa noticia con un nudo en la garganta, con ese silencio aturdidor, ese instante en que sientes como se acelera el pulso, el momento en que te invade el miedo. La pregunta de terror era si eso les hicieron en su casa con toda la seguridad que tenían ¿Qué nos espera?

Tal noticia desató una guerra en redes sociales, el estallido por la rabia contenida, el bombardeo de los discursos de odio que resaltaron la NBfobia, la transfobia. La respuesta casi inmediata de publicaciones convocando a salir a tomar las calles para exigir justicia, para hacerse presente como comunidad LGBT, para gritar Aquí está la furia NB, Aquí está la resistencia Trans. Yo me preguntaba, y me pregunto ahora cuanto más tendremos que resistir, cuanto más hay que gritar, cuanto más hay que protestar para poder existir. Cuándo se dejará de ser sólo el chiste del que se puedan reír, porque mientras es causa de risa se acepta y hasta celebra nuestra existencia, pero si se trata de hacer un cambio social, entonces es una ridiculez y motivo de censura. Cuándo será el día en que las vidas Trans-NB realmente sí importen, y eso va también para las poblaciones de la diversidad, porque ¿hubiera sido la misma respuesta si una de las personas asesinadas aquel día no hubiera tenido un puesto de poder en la política? No me malentiendan, todas las vidas importan, lo digo porque alrededor de esos días también asesinaron a mujeres trans, en lo que va de este 2024 más mujeres trans han sido asesinadas y acaso ¿ha tenido el mismo impacto? No ¿por qué? Es pregunta seria.

Las personas Trans-NB tenemos, vivimos con el corazón hecho pedazos, con agujeros de cada vida arrebatada, el alma duele y cuando duele es como el dolor de las costillas rotas, te jodes y te aguantas porque no hay curita, yeso o vendaje que te ayude, simplemente aprendes a sobrevivir con el dolor y sigues porque no hay de otra, porque la sociedad prefiere vernos sin vida que cambiar.
La muerte es como una ecuación algebraica, con una larga serie de factores y valores, multiplicados, divididos, sumados y restados para llegar a una solución simple pero espantosa, cero, cero justicia, porque ésta no llega y cuando llega es lenta e impuesta. Las autoridades se encargan de hacer que los procesos sean cansados, tediosos y no se puede exigir justicia con cuerpos enfermos. A las personas Trans-NB no nos enferma la transición, y quede claro que ser trans no es una enfermedad, nos enferma el miedo, la malgenerización, el no tener acceso a la salud integral sin ser patologizada, a un trabajo, a centros educativos libres de transfobia, a espacios seguros, a familias que apoyan, porque no todas lo hacen, el no tener acceso a los baños públicos, nos enferma la discriminación, los discursos de odio, el que no respeten nuestros pronombres, el no tener acceso a una vivienda por falta de documentos porque se necesita una identificación, pero no se puede tener una identificación si no se comprueba un domicilio, lo que se convierte en un círculo de negación de derechos lo que no permite que nuestra identidad se haga valida; nos enferma la lucha constante en contra de los estigmas y estereotipos sociales, los mensajes de odio en redes sociales, las miradas dudosas especulativas en espacios tanto públicos como privados y/o familiares y una larga lista de etcéteras que ponen en riesgo la salud, la integridad y la vida.

Cuando una persona fallece se habla de lo bueno que hizo, del amor que dejó en quienes le conocieron, de su legado, se le recuerda por sus acciones, incluso se grita su nombre y se celebra su existencia, pero cuando se trata de una persona Trans-NB se habla en tono quedo, el mismo de los susurros que suelen reservarse para las noticias espeluznantes, las conversaciones son revestidas de transfobia, se invalida e invisibiliza la identidad como un secreto que hay que ocultar, se habla de sospecha, de lo que pudo haber sido y no fue, de preguntas carentes de respuestas, de tragedia, de enfermedad, de dolor. Las voces de rabia vienen de la propia comunidad Trans-Nb cuando es preciso exigir justicia, los gritos salen llenos de una indignación justificada, cuando se pretende disfrazar un crimen de odio con una irritante y apresurada respuesta a la que denominan “crimen pasional”.

Los derechos nos lo cobran con culpa, quieren que nos sintamos culpables de ser quienes somos, creen que nos hacen un favor cuando dicen “espacio incluyente”, por qué no se dan cuenta que no necesitamos que nos incluyan en una sociedad de la que siempre hemos sido parte, no venimos de otro planeta, se trata tan sólo de garantizar los derechos que como seres humanos nos corresponden. Lo que me lleva a plasmar aquí otro cuestionamiento, cuando será el día en qué la sociedad realmente se interese por las personas Trans-NB sin el sesgo patologizante basado en sus prejuicios, estigmas y estereotipos cis-sexistas.

Cuerpos desobedientes de la cis-norma

Debe de haber otro modo de ser que no sea “hombre o mujer”, de sentirse libre, me lo preguntaba en ocasiones, antes de saber que las personas no binarias existen, existimos, aquellas que se salen de las normas y estereotipos sociales, a quienes nos tachan de dementes. Ante la mirada de la sociedad heterocisnormativa, las personas Trans-NB vivimos en la locura y puede que tengan razón porque, por lo menos para mí, las cosas que deberían ser cotidianas y corrientes se ven de un modo desencajado, misterioso, me hacen dudar y no sé si debo confiar en los ojos o en lo aprendido porque ambas cosas parecen capaces de cometer errores.

La sociedad toma sus palabras como si fueran verdad, como cuando consultan el reporte del clima, si se prevé que va a llover entonces llevan lo propio para cubrirse, puede que sí o que no llueva, pero se preparan para lo que suceda. Cuando se trata de las personas Trans-NB las palabras son distintas porque ni siquiera tienen el beneficio de la duda. Nuestras palabras son justas porque son del tamaño de nuestros sentimientos, porque corresponden a lo que somos, la sociedad es quien se encarga de colocarles el peso de la incertidumbre, de señalarnos como un fraude, como algo que no debe ser, porque en su mente solo existe lo que les han hecho creer, y aunque nuestra existencia es palpable, real, prefieren darle el beneficio de la duda a algo que ni siquiera ven, que no tienen la certeza de que pasara o de que exista… coloque en los puntos suspensivos lo que venga a su mente, clima, deidad, creencia, lo que sea, le aseguro que será más creíble que nuestra Trans-NB existencia.

No sé qué detesto más, si la sociedad esquiva de la que procedo y a la que siento que jamás podré incorporarme o a la sociedad que ve a las personas Trans-NB como un popurrí de problemas que siento la obligación de habitar, al final sigue siendo lo mismo y seguirá mientras no dejen de vernos como cuerpos sospechosos que no se ajustan a la cis-norma, como si necesitáramos ese ajuste, como si quisiéramos afirmar nuestra identidad para incomodar, sólo queremos existir y vivir sin miedo a ser. No somos una equivocación. No somos una decepción, somos personas y cada persona Trans-NB es una historia que merece ser contada, que merece ser vivida, que merece brillar con luz propia ,sin embargo, a veces me pregunto qué tan necesario es vivir en una sociedad que niega tu existencia, sobreviviendo a deshoras, preguntándome qué lugar ocupo en un mundo que siento que no encajo, sintiéndome como la creación de un novelista gótico, llenando esta contingencia existencial con un cuerpo clandestino, ocupando un lugar que no se siente propio porque no hay lugar para lo incógnito.
Nos han hecho creer que hay sólo una forma de ser, que es la correcta, la que se amolda a sus reglas, siguiendo esa lógica social, y citando a Jessica Marjane con su expertiz A según la sociedad lo que nos pasa a las personas trans es porque no somos cis, les da terror pensar siquiera en la posibilidad que puedan existir otras maneras de ser más allá del binarismo, mandan la experiencia trans-nb al lugar de lo que creen incorrecto porque eso es lo que les enseñaron a pensar. Somos lo diferente, pero la diferencia a partir de la mirada cis-sexista y eso nos coloca, por lo menos a mí, en el lugar de falta de pertenencia.
Escondemos el dolor que no queremos que el mundo vea, lo digo en plural atreviéndome a poder equivocarme, salimos al mundo tomando el riesgo de quizás no regresar, tratan incansablemente de convertirnos en algo que no somos que nos llevan a sobrevivir con rabia, con enojo, con silencios desgarradores, emociones que enmudecen, preguntas irritantes del que pasaría si ya no estoy más aquí, habrá una palabra en los medios, derramaran lágrimas, pronunciaran discursos bonitos sobre lo que hice, será un gran alivio para las personas, la idea de desvanecerse es más constante que la de permanecer.
El sufrimiento dicen es opcional, pero el dolor tiene maletas de sentimientos guardados arrinconados en el olvido esperando el instante preciso para salir creando un gran caos y éste es nuestro espinoso territorio de Trans-NB realidad.

 

La vida es juntrans

Una campaña de El Día Después